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jueves, 19 de diciembre de 2013

Un naufrago, un tío perdido y la mina del lápiz

X.-De profundis

 Han de saber mis avisados leedores, lectores accidentales, público alfabetizado y oyentes no tenientes: A Unno Schiafino, hombre de complexión compleja, desde hace un tiempo le dan jarrapíos místicos. Momentos mágicos en los que tropieza con preguntas existenciales, siente la zancada del mal, el bálsamo del bien, enreda con el porqué de las cosas sin llegar a comprender el porqué, ni por qué, ni cómo ni cuánto, como tampoco el cuándo.


La razón, la realidad, la fe y la satisfacción onanista que produce ésta en el fedatario, enredan su pensamiento y lo oscurecen tanto que ni a tientas encuentra respuestas. Suele acabar confuso y agotado. Practica este deporte cansino hasta acabar cansado. En abriendo una puerta suele acabar en el laberinto de Dédalo sin ovillo; así abandonado de todos los dioses, los creídos, los negados, los crueles, los no inventados, no encuentra otro alivio que el terrestre, se hunde en el arenal como en trance, y una vez adquiere textura de croqueta, se sumerge en el mar a paso solemne, de ceremonia.


Se lo tiene confesado a su consciencia –me han salido unos rudimentos supersticiosos, manías, que adornan mi vida. Raro es, ahora ya, necesario- Hechos: Desde hace un tiempo, sin importar la climatología, lleva el lastre reglamentario de arena y tierra en los bolsillos. Al cuello, cuentas de corales y conchas; en la muñeca el tintineo de dos piedras anudadas como dos cerezas. -¡Ah! al mar, el sol, la luna, el cielo, la noche, el sexo, les he cogido cariño, será por el roce. Quizá me esté volviendo loco, también-. No te había dicho nada, ya lo había pensado. -¿Quién habla?. Tengo eco en el tímpano o un brote esquizofrénico. Soy uno y tiendo al trino-.

(Continuará)

Texto Nemo Ipse

sábado, 14 de diciembre de 2013

Un naufrago, un tío perdido y la mina del lápiz

... IX.-Sopa de ideas

 Ahora que duerme trabajosamente el náufrago en su refugio, ahora que le nace el futuro como musgo en los hombros al sol de los dioses, ahora que abandonado está de su consciencia, en uso ventajoso de la omnisciencia creativa, les participo del concurso de ideas, hipótesis y conjeturas nacidas de las meninges de Unno Schiafino, en la aplicación del ya conocido “Método Alzhéimer de Investigación” sobre la rimera de enigmáticas jarchas diseminadas a lo largo del dietario de abordo por el Capitán Slow Torstens. Estas teselas ológrafas decían: “Más madera”. “Dinero fácil”. “Tres pescaítos al agua”. “Envido a la grande. Lo veo, Mateo”. “Diversificación”. “Alma en almoneda”. “Rantamplán ladra y muerde”. “Casquería y despiece” “Marejada. Mina en la mira”. “El infierno de Dante”. “Herr Lieben”.




Considera Unno seguro que la “Sociedad Anónima Criminal”, en adelante S.A.C., había coaccionado, amenazado  y puede que herido al marino para superar melindres, moralidades de barbecho que pudiera cultivar el nauta. Daba por sucedido que varios invitados-polizones habían sucumbido en el trasiego por razones equis. Seguramente esto horrorizó al capitano lungo. Visualizaba claramente que la S.A.C. era un entramado societario legal/criminal, con actividades tapadera y otras cordialmente ilegales, pero todas ellas lucrativas para los accionistas/delincuentes. Intuía contrabando de mercancías, droga, trata de seres humanos, prostitución, incluso alguna actividad que por infame se negaba aún a que fuera posible.


Estaba claro que la fachada más soleada y pública de este monstruo era la ocupada por la legal Naviera Marejada. Creía Unno que Slow en un arrebato de dignidad o asustado por algo, había compuesto un plan de destrucción del barco y de sí mismo. Sabía que le faltaban muchas piezas del puzle, pero tenía ya una sabrosa sopa de ideas.


Continuará...

(Texto Nemo Ipse)

martes, 10 de diciembre de 2013

La Minilla.




El nivel de vida,nos exige poner puertas al campo y presas a los ríos.Y lo que supone un atentado a la madre naturaleza, puede encajar bien en el paisaje.




Ríos salvajes
amansados por hombres.
La naturaleza.








martes, 3 de diciembre de 2013

Un naufrago, un tío perdido y la mina del lápiz

Y 8.-Odisea en el piélago


 Iba a necesitar unos días para recuperarse, pero tenía suelto. Para Unno Schiafino, Ulises meridional por obra y servicio, seis días duró la singladura por el piélago. Cuatro, y no dos, eran los islotes descubiertos además del suyo, total, familia numerosa. Sin ceremonias  alargó la descubierta peligrosamente hasta el límite de sus víveres y energías. Ya en la seguridad del chamizo, evaluó la Epopeya como notable alto. El bagaje no era escaso. Una herida de guerra gentileza del áspero palo de la vela, que en un caprichoso cambio de viento le había tatuado el mapa del tesoro en un hombro. Cargó el Nautilus con todo lo que pudiera serle útil de lo encontrado. Ahora conocía el mundo que le rodeaba; los alisios del sudeste dominaban, la corriente de Humboldt  fluía sin cansancio pero con memoria, gateaba fría desde las simas hasta el kilómetro cero de la tierra. Con todo, intuía alguna ruta de salida. 


En detalle, de los cinco islotes, dos eran fantasmas porque desaparecían con el flujo de las mareas, sin vegetación ni cobijo alguno, sólo servirían como puerto temporal. Los otros dos, los más cercanos, eran del mismo linaje que el suyo. Unno compuso un bonito bodegón de naturalezas muertas; exánimes objetos rescatados de las playas encontradas: maromas, garrafas, salvavidas sin curriculum, madera noble y plebeya, una revista Hustler de piel acartonada pero de buen ver, dos maletas de cerradura de combinación con la barriga llena, que herméticas, habían salvado sus entretelas del expolio del naufragio, como se verá más adelante, le satisfizo bastante, rozó la gloria plena el salvar la lencería fina de su natural  impudicia textil, y a él, de un brote inconfesable e inoportuno de fetichismo crónico, con su pulsión inherente. 

Continuará....

(Texto Nemo Ipse)