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sábado, 18 de enero de 2014

Un naufrago, un tío perdido y la mina del lápiz

XII:_ Tocata y fuga


 Tenía esa triste sensación de domingo por la tarde de otro tiempo, melancólico, añoraba la letanía de un loro gritando hasta el paroxismo el gol en la huerta: “…minuto y resultado…media entrada…palo largo…¡gooool en la Condomina!…”.
 Le brotaba desidia como a un condenado estoico “al pasivo estilo”. Conjugar el laisser faire, laisser passer lo hacía con el garbo de un hambriento muletilla afeitado por el miedo citando a un displicente sobrero.



El fuerte viento le afilaba la cara, le enmarañaba la pelambrera, acrecentaba el aire de anacoreta orate que le había crecido de coronilla para abajo. Su cachucha voló en una burla de una corriente, se enfureció gratis, sin bola extra. Ridículo, persiguió a su capitel manoteando y fintando, así firmó un crochet de libro y una pirouette con arabesco de grado tres en la escala de Monsieur Bidé. Como un cazamariposas dominguero fue hasta la orilla donde el mar, no, no se abrió, “¡merde! au contraire” diría Voltaire, viendo a su “chapeau prendre la mer”, el agua mojó las alas de su pensamiento hecho gorra marsellesa; se detuvo y comenzó a hervir. Maldiciones y deposiciones aparte, el tiempo le anunciaba el cambio de estación, el fin de temporada. Hasta aquí, 397 días de naufragio.



 No había llegado muy lejos, mismo sitio, misma suerte. El desamparo de los abandonados por el futuro abría una trinchera honda donde divagaba, esperaba un mercante fuera de ruta, planeaba su huida, imaginaba y moría de desánimo a la vez o por turno, según su estado y criterio. Interpretó como un augur el hecho, mientras el oleaje zarandeaba su casquete también centrifugaba su estado de ánimo.
 Al fin, soltó una palabrota gruesa, de al menos dos cuerpos con su perjurio complementario, rescató el pingajo y con la inercia que da la ira, tomó la decisión. -¡Se acabó, me voy!

(Continuará...)

Texto Nemo Ipse

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