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viernes, 5 de febrero de 2010

Gazapillo


Cuando asomó el hocico al exterior de su madriguera, recordó aquella fábula que había estudiado en el colegio de los conejos, si son galgos o podencos, pero como era un gazapillo aplicado, no siguió el consejo de sus ancestros y optó por volver a entrar en su madriguera y esperar momentos mejores para salir, a ese mundo exterior lleno de peligros para un animalito que está en la base de la pirámide alimenticia.
Pero no esperaba que el objetivo indiscreto, estuviera allí para inmortalizarlo.
Claro que si te pilla mi amigo Mallo, te ibas a enterar de lo que vale una onza de plomo

LOS DOS CONEJOS

Por entre unas matas,

seguido de perros,

(no diría corre)

volaba un conejo.

De su madriguera

salió un compañero,

y le dijo: -Detente,

amigo, ¿qué es esto?

-¿Qué ha de ser? -responde;

sin aliento llego...

Dos pícaros galgos

me vienen siguiendo.

-Sí, replica el otro,

por allí los veo...

Pero no son galgos.

-Pues, ¿qué son?. -Podencos.

-¿Qué? ¿Podencos dices?

-Sí, como mi abuelo.

-Galgos y muy galgos;

bien vistos los tengo.

-Son podencos; vaya,

que no entiendes de eso.

-Son galgos, te digo.

-Digo, que podencos.

En esta disputa,

llegan los perros y

pillan descuidados

a mis dos conejos.

Los que por cuestiones

de poca monta

dejan lo que importa,

llévense este ejemplo.

Tomás de Iriarte

1 comentario:

Vergónides de Coock dijo...

Gran fabulista el maestro español. Suerte.